¿Cómo fue creciendo la empresa?
Luego de la bota plástica descartable, comenzamos a vender otras prendas de bioseguridad y fuimos creciendo. El volumen de pedidos aumentó y me volví comercializadora, y luego de eso, importadora. Sin embargo, después de un tiempo noté que la cantidad de importaciones (principalmente de mascarillas) crecía bastante rápido y pensé que era el momento de fabricar.
Un factor importante para el crecimiento de R&G fue que, gracias a mi carrera, tenía la capacidad de asesorar a los jefes calidad de las empresas de alimentos, y de acuerdo con lo que observaba en sus procesos les recomendaba los productos de bioseguridad que necesitaban. Así, llegamos a abastecer prácticamente a toda la industria en el país, por lo que dimos un paso más y empezamos a vender en el extranjero.
El primer país donde exportamos fue Bolivia. Con el tiempo instalamos un almacén y un área comercial para que el negocio fuera sostenible, actualmente estamos implementando una planta de procesamiento allá. Luego logramos vender a Colombia, Chile, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, Puerto Rico y Estados Unidos. Ahora R&G cuenta con almacenes y área comercial en Colombia, Estados Unidos y Bolivia.