El marco de valores de EY proporciona un modelo para llevar a cabo este proceso de autoevaluación. Se apoya en cuatro pilares de valores que reflejan una curva de rendimiento. Para responder a este período de volatilidad, los líderes deben considerar dónde caen sus organizaciones:
1. Transformación del valor
Las organizaciones visionarias impulsadas por el propósito, con balances saneados, flujos de caja excesivos y claras oportunidades de mercado, deben prepararse ahora para las necesidades de transformación del futuro.
2. Creación de valor
Las empresas proactivas con ingresos y rentabilidad sólidos, y que están listas para el cambio, pueden todavía necesitar optimizar sus estrategias y deben considerar cómo mantenerse relevantes y crear valor en los años venideros.
3. Preservación del valor
Las empresas resistentes y conservadoras que están perdiendo cuota de mercado, que se enfrentan a fallos estructurales de funcionamiento o que se ajustan a nuevos niveles de demanda, deben encontrar la manera de dar la vuelta a las cosas y al mismo tiempo preservar el valor.
4. Recuperación del valor
Las empresas reactivas y defensivas que se enfrentan a problemas de liquidez están lidiando con estructuras de financiación desfavorables o corren el riesgo de insolvencia y deben centrarse en recuperarse de la crisis.
Es importante que la autoevaluación no sea un ejercicio aislado. Los líderes deben posicionarse como agentes ágiles de cambio, que buscan constantemente nuevas formas de hacer avanzar sus organizaciones. Ellos:
Evaluar
Establecer procesos de planificación, permitir reevaluaciones periódicas o basadas en eventos desencadenantes para determinar las áreas que requieren medidas, e integrar esa labor en los indicadores clave de rendimiento.
Adaptar
Utilizar enfoques y herramientas según si sus empresas requieren una transformación de valor, creación de valor, preservación de valor o recuperación de valor, adaptados para obtener los resultados deseados.
Ancla
Incorporar un impulso para el rendimiento en la organización mediante la adaptación de los procesos y los indicadores clave de rendimiento. El rendimiento se convierte en una actitud y ya no es sólo un programa.
Cada uno de estos pasos es crucial, pero en esta era de disrupción acelerada – el cambio de paradigma hacia la volatilidad – el desafío es tomarlos más rápidamente, de forma más iterativa y con mayor agilidad. En lugar de pasar por estos pasos en una secuencia lineal, los líderes empresariales con la mentalidad correcta pasarán a un viaje de adaptación continua para operar con éxito en la nueva normalidad y reinventar su mañana.