La pandemia ha consolidado, acelerado y modificado tendencias clave en el día a día.
Probablemente todos estemos de acuerdo en que el Covid-19 ha propiciado una aceleración de todas aquellas tendencias que vislumbrábamos justo antes de la llegada de la pandemia.
Por hacer un poco de retrospectiva, en los meses previos a la propagación del virus, ya se vislumbraban ciertos aspectos que hoy en día nos parecen muy evidentes en materia de gestión de personas:
- Problema demográfico con cuatro o cinco generaciones trabajando juntas
- Diversos tipos de empleados, según sean a tiempo completo, tiempo parcial, remoto o robots
- Propósito de las organizaciones como palanca para atraer talento (Generación Z)
- Experiencia digital, ya que queremos la misma experiencia que en nuestra vida personal
- Flexibilidad en el trabajo, con la tecnología permitiendo que el empleado trabaje sin restricciones de espacio, tiempo o dispositivo
- Análisis de datos para la mejora en la toma de decisiones
- La guerra por el talento
Ahora, después de todo lo ocurrido durante este último año, todo aquello nos parece muy lejano y muchas cosas han cambiado desde entonces. La pandemia no ha afectado de igual manera a todos los sectores y áreas de negocio. Así, vemos como el retail o el turismo han sufrido un duro golpe, mientras el e-commerce, el transporte de mercancías, la logística y el delivery se han visto muy reforzados.
Esto está afectando de forma dramática a los modelos de negocio de las compañías, como consecuencia del cambio en los hábitos de consumo. Y esto afectará a la forma que entendemos hasta ahora para gestionar a los profesionales.
Por tanto, lejos de atreverme a lanzar predicciones en este entorno incierto y cambiante, sí me gustaría compartir algunas reflexiones sobre RRHH y lecciones aprendidas que nos pueden ayudar a afrontar con mayor determinación este momento tan importante que estamos viviendo.
Para hacerlo, vamos a analizar seis dimensiones que, según mi opinión, me parecen muy relevantes:
Personas
La prioridad número uno seguirá siendo el bienestar de nuestra gente. Ante la llegada del virus y, con ella, la consolidación de la modalidad de trabajo en remoto, muchas organizaciones antepusieron la seguridad y salud de las personas por encima de todo.
Después de casi un año de pandemia, la gente arrastra agotamiento mental y físico por las consecuencias negativas de la crisis (sin mencionar las familiares) que, junto al exceso de reuniones virtuales con Zoom, Teams, etc., pone en riesgo la salud de nuestras personas y, en consecuencia, la continuidad del negocio en muchas industrias y sectores.
Según nuestros estudios, hemos alargado la jornada de trabajo en casi una hora de media y hemos incrementado el 13% de reuniones virtuales por videoconferencia. De esta forma, el bienestar de nuestra gente tiene que seguir ocupando la prioridad de nuestras agendas.
Organización
El rol que va a ejercer la función de RRHH en la definición estratégica de las organizaciones va a ser crucial. Es nuestro momento. Con tantas cuestiones relacionadas con las personas que afectan al desempeño empresarial, las organizaciones de RRHH reconocen la necesidad de actuar como asesores estratégicos de la alta dirección para estar más alineadas con la realidad de negocio y proponer soluciones que acompañen y acompasen los retos de negocio que vayan aflorando. EL CHRO va a cobrar más (o igual) relevancia que el CFO en la crisis financiera iniciada en 2008 en USA.
Riesgos
Con la propagación de la pandemia, muchas organizaciones se han visto a riesgos que han puesto en jaque la continuidad de sus negocios: caída de la demanda, interrupción de la caída de suministro, ciberseguridad, cambios normativos, etc.
La gran preocupación de los CEOs ha sido, por un lado, la seguridad (tanto de la sociedad, consumidores y empleados), como conseguir sostenibilidad financiera y máximas medidas de austeridad.
Desde el ámbito de las personas, hoy más que nunca, hay un riesgo que debemos controlar y mitigar. Como consecuencia del distinto impacto de la pandemia en los sectores, tiene que producirse un movimiento de trabajadores de unas industrias a otras. Además, los empleados con mejor salario y, por tanto, con tareas administrativas o más repetitivas, van a robotizar sus procesos. Estos factores, junto con la disrupción tecnológica que se está produciendo, van a requerir grandes programas de reskilling y upskilling, ya que la demanda de trabajo va a a hacer que se necesiten trabajadores mejor formados y que tengan mejores aptitudes, no sólo tecnológicos sino también sociales y emocionales.