La lectura del informe España 2022. Un año por delante pone de manifiesto que el próximo ejercicio será crucial, tanto por lo que nos jugamos como país ante la oportunidad de transformación que suponen los fondos europeos como por la complejidad de un escenario económico, político y social que no deja de cambiar e, incluso, de convulsionar con cada nueva ola de la COVID-19. La evolución de la pandemia, el impacto de la geoestrategia en la política económica global, el avance del comercio internacional, el despliegue del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, la orientación de la política monetaria y fiscal y la ejecución de reformas estructurales, junto con las tendencias sectoriales y las grandes disrupciones transversales como la transformación digital y la transición ecológica, marcarán la realidad que viviremos en 2022.
La respuesta de administraciones y empresas a la reducción de actividad generada por la pandemia abre una ventana de oportunidad extraordinaria para impulsar la recuperación y construir sociedades más equitativas y resilientes en el medio y largo plazo. Una oportunidad no exenta de desafíos, empezando por la prolongación de las restricciones de actividad y consumo derivadas de la propia pandemia con la que seguimos conviviendo en un contexto de avance desigual de la vacunación a nivel mundial.
Igualmente relevante será el ciclo alcista de costes en el comercio internacional, alimentado por cuellos de botella en las cadenas de suministro y un extraordinario incremento de los precios energéticos, que podría frenar la recuperación y elevar el riesgo de un endurecimiento prematuro de las condiciones de financiación en general, con consecuencias especialmente graves para España. Si se despejan estos frentes, el rebote de la economía podría ser intenso y sostenido, a lo que podría contribuir la aceleración del despliegue de las reformas e inversiones del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, para lo que 2022 será un año determinante.
Si España cumple con los 178 hitos y objetivos ligados a las reformas e inversiones comprometidos hasta final de año, habrá cumplido el 43% del Plan y agilizará sustancialmente su impacto en el crecimiento del PIB, al contrario de lo que hemos visto en 2021. La solicitud por España del tramo de 70.000 millones de euros en préstamos con cargo al Mecanismo de Recuperación y Resiliencia requerirá una modificación del Plan en 2022, lo que ofrece una oportunidad para corregir los obstáculos observados hasta la fecha para el despliegue de las inversiones, así como para ampliar los consensos que garanticen la ejecución de las reformas comprometidas.
2022 se estrena con la entrada en vigor de importantes reformas que determinarán nuestra capacidad de competir como país, como la laboral y de pensiones, y con importantes proyectos en curso para el dinamismo y competitividad empresarial, como la Ley de Start Ups, la Ley Concursal o la Ley de Formación Profesional. Se prevé abordar un incremento de la presión fiscal sobre la empresa por el establecimiento de un tipo mínimo en el impuesto sobre sociedades y la entrada en vigor de los impuestos ambientales sobre plásticos y residuos. Este esfuerzo fiscal para las compañías, el aumento de las cotizaciones sociales para sufragar la mejora de la suficiencia de las pensiones, la presión al alza en costes salariales en la negociación colectiva y el aumento de costes energéticos podrían suponer un desafío al impulso de la recuperación y a la capacidad empresarial de incrementar su competitividad en un contexto de “glocalización”.
Todo un reto para un tejido empresarial que en 2022 seguirá centrado en digitalizar sus procesos; avanzar en la innovación de sus productos y servicios; retener y atraer el talento; reforzar sus capacidades financieras y operativas; fortalecer sus cadenas de suministro y mejorar su logística, al tiempo que aumentar su creciente compromiso empresarial con la sostenibilidad medioambiental y social.
Se trata de desafíos comunes que deberá afrontar todo el tejido productivo, a los que se suman otros dependiendo de sus respectivas peculiaridades sectoriales. Es clave conocer el impacto del “consumidor sostenible” y los nuevos hábitos de consumo en el sector retail; los problemas de suministro y la descarbonización en el sector industrial; el despliegue de las criptomonedas, las fintech, y los nuevos modelos bancarios; el reto del hidrógeno verde; las nuevas amenazas a nuestra ciberseguridad y la Inteligencia artificial en las nuevas tecnologías; el nuevo modelo de oficinas; la movilidad sostenible o los nuevos destinos competitivos y las limitaciones a los desplazamientos internacionales en el sector turístico, entre otros.
El 2022 será un año plagado de desafíos, pero también de oportunidades. El primer paso es conocer el mapa del nuevo territorio en el que nos adentramos a partir de hoy. Y no hay tiempo que perder.
Publicado en Expansión