El potencial solar y eólico está disminuyendo la relevancia exclusiva de la energía hidroeléctrica
La energía hidroeléctrica seguirá jugando un papel importante en el futuro de la energía de América Latina; sin embargo, para el momento en que llegue el punto de inflexión tres, su relevancia exclusiva habrá disminuido.
Debido a la dificultad de asegurar el suministro hidroeléctrico durante el fenómeno El Niño, varios países de la región han tomado la decisión de diversificar su generación hacia otras fuentes energéticas. Construir plantas hidroeléctricas más grandes para contrarrestar la sequía que trae El Niño resulta costoso e insostenible para el medio ambiente.
Esto está llevando a más países a abastecerse de energía renovable no hídrica mientras mejoran su economía de costos. Mientras tanto, se espera que algunos mercados se enfoquen en el uso de gas natural como un combustible de transición que ofrece electricidad con un menor índice de emisiones de carbono mientras construyen instalaciones para la generación de energías renovables, especialmente eólicas y solares.
El potencial para implementar sistemas de energía FV solar distribuida con baterías le ha dado motivos a los gobiernos e industrias para detenerse a pensar. Los índices de adopción de energía FV solar distribuida han superado ampliamente los pronósticos oficiales debido a una disminución en los precios y la demanda de los consumidores.
Esto crea retos considerables en materia de pronóstico de carga y planeación de gastos de capital de redes. El modelo actual predice que para 2050, la energía solar contribuirá con un 11% a la matriz de generación de energía en América Latina.
En aquellos países que cuentan con políticas públicas de adopción de energías renovables no convencionales, como México y Brasil, esta cifra podrá ser mucho más alta. México actualmente tiene una capacidad solar de aproximadamente 5% del total de generación y se espera que llegue a un 21% para 2050.
Las iniciativas para impulsar la energía solar y eólica distribuida están aumentando, lo que significa que el punto de inflexión uno probablemente se alcanzará en algunos lugares antes de lo previsto.
El apoyo gubernamental acelerará los vehículos eléctricos
Existirá un lento avance hacia el punto de inflexión dos – cuando, en América Latina, los vehículos eléctricos (VE) alcancen la paridad de precio y desempeño con respecto a los vehículos tradicionales. Esto debido a que, en comparación con otros mercados globales, en la región, se evidencian altos costos y la falta de infraestructura para esto.
No obstante, algunos gobiernos están fortaleciendo el apoyo al transporte eléctrico, ya que la mala calidad del aire en las ciudades más pobladas ha alcanzado niveles críticos. Argentina redujo sus impuestos a la importación de VE de 35% a 2%, mientras que Uruguay, Ecuador y Colombia los eliminaron por completo. Colombia implementará 1,500 taxis eléctricos en Medellín y casi 600 buses eléctricos en Bogotá, mientras que Chile pretende introducir fletes de camiones eléctricos y aumentar diez veces la cantidad total de VE del país antes de 2022.
Un transporte más limpio es un buen indicio para la calidad de vida en algunas ciudades de América Latina, pero presentará una serie de desafíos para la red y la infraestructura de electricidad de la región. Para 2050, se espera que los VE agreguen 71 TWh de demanda de electricidad nueva – aproximadamente 2.5% de la demanda total – para lo cual se requerirá una nueva capacidad de red para enfrentar las fluctuaciones en la carga.
Brasil ha solicitado al sector de servicios públicos que instale unidades de carga de VE en todas las ciudades del país.
Como “baterías sobre ruedas”, los VE también representan enormes oportunidades de almacenamiento. Para 2050, aproximadamente 52 millones de VE que transitan por las carreteras de América Latina tendrán una capacidad de almacenamiento “detrás del medidor” de 1.6 TWh. Esto representa una posible ventaja para que tanto los consumidores como los operadores de redes puedan gestionar la volatilidad de las cargas derivada del aumento en la inclusión de recursos de energía distribuida, como una posible medida de mitigación de las costosas actualizaciones de la red eléctrica.
Al aprovechar las capacidades de almacenamiento distribuido mediante la continua agregación de baterías de VE, el sector de servicios públicos estará mejor preparado para asegurar una mayor eficiencia en las redes y operaciones del sistema.
Superar los obstáculos regulatorios y de infraestructura
Los puntos de inflexión de América Latina pueden parecer lejanos al compararlos con los de otras regiones, pero realmente son bastante cercanos cuando se equiparan con los horizontes de planeación tradicionalmente largos del sector eléctrico. Este es un mercado de energía sofisticado – ciertos participantes de la industria se han visto beneficiados por las lecciones aprendidas de aquellos mercados que se encuentran más avanzados en el camino de transformación de energía – aunque sigue encontrando obstáculos considerables.
Un aspecto crítico es la necesidad de llevar a cabo importantes actualizaciones a la infraestructura de red. Para esto se requiere una inversión significativa que permita equipar las redes de electricidad de forma tal que puedan integrar energías renovables mejor distribuidas. No obstante, actualmente no se sabe de dónde provendrá este financiamiento, existe la duda de si vendrá de la industria o del gobierno.
Con respecto a este punto crítico, es necesario saber que varios sectores de servicios públicos en América Latina ya enfrentan dificultades por las pérdidas alrededor del 16%, en materia de transmisión y distribución no técnica, mientras que el promedio global es del 8.3%.
Por otro lado, los reguladores enfrentarán un desafío grande: implementar políticas energéticas que equilibren los objetivos de descarbonización, impulsen el crecimiento económico, satisfagan las demandas de los consumidores y garanticen la sostenibilidad de las empresas eléctricas existentes.
Además, se requieren incentivos que fomenten la adopción de energías renovables, pero dentro de marcos regulatorios que permitan que los servicios públicos tradicionales puedan participar y encontrar una nueva función en un mundo de energía cambiante.
Debido a que gran parte de los cambios se deben a la digitalización del sector, los órganos reguladores también tendrán que desarrollar capacidades en nuevas tecnologías que les permitan entender mejor las implicaciones para el mercado energético.
Llamado a la acción: ¿ignorar, abandonar, luchar o adoptar la cuenta regresiva?
Para el sector de servicios públicos, la cuenta regresiva para la reinvención es un llamado a la acción. El primer paso es definir una estrategia en la transición de la energía: ignorar, abandonar, luchar o adoptar.
Ignorar la cuenta regresiva pone a los servicios públicos en riesgo de sufrir una estrepitosa caída. A medida que disminuya la base de clientes, los precios subirán y el riesgo de que haya activos varados se volverá una realidad.
Algunas compañías podrían planear una salida del mercado mientras que otras podrían resistirse a los cambios inminentes – presionando así a los reguladores para que haya políticas menos estrictas para las energías renovables y barreras de entrada más férreas para los participantes no tradicionales.
Para aquellas compañías de servicios públicos que buscan adueñarse del mercado de energía futuro de América Latina, abrirse a los puntos de inflexión es la única opción. Estas compañías necesitan actuar rápidamente para considerar su función en este nuevo mercado y emprender un programa de cambio significativo.
Algunos puntos clave para lograrlo son:
· Desarrollar nuevas estrategias centradas en el cliente que cumplan con sus demandas y al mismo tiempo deben responder a los cambios en sus necesidades.
· Dominar las tecnologías digitales que son críticas para administrar una red de electricidad más dinámica y mejor distribuida que permita crear nuevas fuentes de ingresos. Por ejemplo, las microrredes de energías renovables y almacenamiento podrían ser una posible alternativa a las costosas actualizaciones de transmisiones en áreas más pobladas y con un mayor crecimiento industrial.
· Crear una mentalidad ágil que permita tomar decisiones más ilustradas en torno a la estrategia, generar un cambio de rumbo y avanzar rápidamente para obtener nuevas capacidades.
· Considerar negocios conjuntos entre los participantes tradicionales y las compañías de servicios públicos internacionales que sienten una atracción cada vez mayor por el potencial de crecimiento del mercado de energía limpia en América Latina.
De cara a esto, a las compañías de servicios públicos nacionales les podría resultar complicado competir con los grandes participantes multinacionales, sobre todo los que tienen experiencia en transición de energía en Europa, mientras que las compañías internacionales podrían enfrentar retos para ajustar los modelos a las condiciones locales.
El sector de petróleo y gas de la región señala cómo los consorcios entre los participantes locales e internacionales pueden llegar a ser un modelo exitoso, lo cual sirve de ejemplo para que el sector de servicios públicos adopte acuerdos similares.
· Generar y mejorar la confianza a medida que las empresas eléctricas adoptan nuevas estrategias de crecimiento y tecnologías que mejorarán la agilidad, innovación y confianza, deben asegurarse que el cambio no sea a costa de la confianza que han logrado construir a lo largo de los años con las partes interesadas clave: clientes, socios, inversionistas, empleados y órganos reguladores.
Proteger la privacidad de los datos e integrar la seguridad mediante el diseño en las estrategias de transformación digital son elementos clave para fortalecer las relaciones de confianza.
La estrategia indicada puede ofrecer grandes beneficios
La yuxtaposición de lo viejo y lo nuevo significa que la transición de energía en América Latina no tiene un verdadero precedente. Algunos países enfrentan la cuenta regresiva hacia los puntos de inflexión sumada a otros retos socioeconómicos que son familiares para las economías en desarrollo. En otros países, la transición hacia la energía limpia tiene lugar dentro de un mercado cada vez más sofisticado, con un sector de tecnología próspero y consumidores inteligentes.
Para las compañías de servicios públicos de la región, prepararse para los puntos de inflexión del mercado de energía no será una tarea fácil. Además de responder a los impulsores de cambio urgentes, se hace necesario competir con participantes internacionales.
Pero la recompensa para aquéllos que logren hacerlo podría ser más grande de lo que se ofrece en otros mercados: América Latina es una de las pocas regiones en el mundo en donde se prevé que la demanda de electricidad aumentará de manera rápida y significativa. Cosechar los beneficios de este mercado dinámico de energía requerirá de servicios públicos y reguladores que trabajen en forma conjunta para crear las condiciones que permitan que la transformación de energía en América Latina sea exitosa.