La creciente demanda de litio más el cambio mundial en la matriz energética han colocado a la región bajo la lupa.
En diálogo con Mercado, el especialista Alfredo Álvarez Laparte,
Energy Leader, EY Latin America, analiza el panorama de posibilidades y desafíos existentes en la región para el corto y mediano plazo.
―¿Cuál es el potencial de Latinoamérica en términos energéticos?
―Claramente, Latinoamérica es una región clave por su potencial en minería para la transición energética. Los metales con mayor relevancia son el cobre y el litio, tanto por su producción actual como por las reservas que posee la región. Esto lleva a que sea un territorio interesante para la inversión; las grandes compañías mineras están buscando desarrollar nuevos proyectos para satisfacer la demanda de este tipo de producto. Además, si nos referimos a los combustibles fósiles, como el petróleo y el gas, han recuperado relevancia en algunos países. Brasil es un ejemplo destacado. Vaca Muerta, en Argentina, también presenta un potencial significativo.
―¿De qué manera se está transformando la industria para hacer frente al cambio de matriz energética a partir de las demandas regulatorias y de la sociedad?
―El tema, sin duda, ha crecido en relevancia, creo que tanto el sector de minería como el sector de petróleo y gas están trabajando en ello. El de la minería, por un lado, es un sector básico para lograr la transición energética, ante todo si seguimos el principio lógico de que varias de las industrias todavía se mueven con carbón, cuando se tienen que mover con electricidad. Y electrificar el mundo genera grandes demandas de cobre y de litio, entonces desde ese lugar se vuelven centrales. Por otro lado, las mineras tienen el reto de hacer sus propias operaciones mucho más limpias durante la extracción y transporte del mineral, para lograr el menor impacto posible en el medioambiente y también la reducción de su propia huella de carbono. En petróleo y gas, la complejidad es mayor porque su producto principal es el que con el tiempo irá disminuyendo su uso. Necesitan transformarse, pero en paralelo continuar abasteciendo de petróleo a los sectores que hoy lo necesitan mientras exploran negocios alternativos que puedan dar viabilidad de largo plazo.
Protagonismo creciente
―¿Qué expectativas existen en torno al litio?
―Se espera que la región, que ya es una proveedora relevante en el plano mundial, sea cada vez más importante. Las reservas del mineral en el llamado “triángulo del litio”, ubicado entre Argentina, Bolivia y Chile, son de muy buena calidad, lo que disminuye el costo de purificación y, en consecuencia, lo vuelve muy atractivo. En Argentina, este es uno de los grandes vectores de crecimiento. De nuestro lado estamos analizando de qué manera ayudamos a las empresas que tienen proyectos de expansión muy interesantes, y la porción de Argentina podría llegar a las 260 millones de toneladas de las actuales 40 millones. En consecuencia, eso va a empezar a generar mucha actividad e inversión alrededor de los productos sobre litio.
―¿Por dónde pasan los principales desafíos de la industria en Latinoamérica?
―Existen varios niveles de desafíos; por un lado, el reto para llegar a operar. Luego, el social, es decir, que los Gobiernos y las comunidades alrededor de las minas se sientan comprometidos con el objetivo. Es por ello que la extracción necesita hacerse de una manera ambiental y socialmente responsable. Esto, además, se combina con los países que tienen sus propios retos y coyunturas, que hacen que los procesos y las inversiones sean más complejas. Pero, en mi opinión, el atractivo del mineral va a ir más allá de esa complejidad.
―¿Cuáles son los cambios energéticos que verá la región en el corto o el mediano plazo?
―Lo que vemos es que el dibujo de la transición energética es poco claro. Ciertas cuestiones avanzan. Por ejemplo, las energías renovables han disminuido mucho su costo y hoy son un ingrediente esencial en la generación eléctrica de los países; de hecho, algunos ya obtienen su energía de fuentes hidroeléctricas y tienen un mayor camino recorrido. En cuanto al hidrógeno, está claro que va a haber movimientos, aunque todavía no está definido cuáles. Pero los retos son múltiples. Los avances tecnológicos por venir van a aclarar varias de las incógnitas que hoy existen; queda claro el camino, cuál es el papel de varias de las empresas que operan la región y hacia dónde se tienen que mover.
―¿Qué iniciativas son las que se están analizando en las empresas del sector para adaptarse?
―Por ejemplo, en la actualidad tenemos a compañías cementeras que incluyen a la biomasa dentro de su dieta energética para el calentamiento de los grandes hornos, en estos casos se está analizando el implemento del hidrógeno para hacer un proceso con menos emisiones. Además, las minas que históricamente utilizaban diésel como parte de su operación en zonas remotas hoy están planificando electrificar sus procesos para tener una matriz energética mucho más limpia.