La crisis del COVID-19

En los últimos meses hemos vivido la evolución de una pandemia global, un acontecimiento que sin duda transformará la forma en la cual vivimos, el pensar que después de un tiempo todo regresará a la normalidad no es muy real; será un hito en la humanidad que cambiará la forma de trabajar, las medidas sanitarias, de seguridad y sobre todo el valor de la salud.

En este lapso limitado de tiempo, hemos podido identificar que el COVID-19 es una mutación de un virus altamente contagioso que afecta principalmente el tracto respiratorio de las personas (8 de cada 10 personas)[1]. A diferencia de la gripe y otros virus, el coronavirus, o al menos lo que sabemos, por lo que sucede en animales, no muta de manera acelerada (alrededor de cada 3 años) pero sí lo hace con más fuerza.

Al ser un virus de alto nivel de contagio, se estima que cada persona infectada puede llegar a transmitir el virus a 2.5 personas más [2] y de esas personas infectadas 80% tendrán sintomatologías no graves, 15% de ellas requerirán hospitalización y 5% adicional estarán en cuidados intensivos. De lo hasta ahora observado, el virus tiene una tasa de mortalidad de entre el 3% y el 8%, según la región y las estrategias de contención, y un promedio mundial del 5%. [3] Derivado de estas cifras, se estima que la infraestructura de atención hospitalaria es de 1 a 10 camas (dependiendo del país) por cada 1,000 habitantes [4] y los requerimientos de atención de una pandemia de este orden de magnitud, lo cual dependerá de las estrategias de contención, es de alrededor de 20 camas para un periodo de 7 meses, lo cual significa un 2X a 20X de la capacidad instalada actual de las diversas redes hospitalarias.

Debido a la naturaleza del virus, vamos a vivir en una constante pandemia hasta que la humanidad alcance cierto grado de inmunidad, ya sea por inmunidad de la manada, o se produzca un medicamento o vacuna que cure la enfermedad. En este sentido, las medidas gubernamentales actuales solo atenúan la pendiente de la curva, pero no la eliminan. Es decir, nos estamos comprando tiempo para buscar otra solución al problema (cura o vacuna).

Cabe mencionar que en los últimos meses se han estado probando una serie de medidas terapéuticas existentes (retrovirales y antibióticos, inmunológicas, entre otras) pero aún no se han tenido resultados contundentes.

Por otro lado, el tiempo estimado de producción de una nueva vacuna es de alrededor de 12 meses. [5]

Los sistemas económicos, en su mayoría, están basados en la producción y/o consumo ya sea de bienes o servicios, lo cual está siendo directamente impactado por las estrategias de contención sanitaria (confinamiento) derivadas de la pandemia del COVID-19, generando una crisis económica. La duración y severidad de la crisis está directamente relacionada con el confinamiento impuesto por cada uno de los gobiernos en el corto, mediano y largo plazo.

Esto está generando que las empresas a nivel mundial estén sufriendo de falta de ingresos debido a un menor índice de consumo, y a su vez de falta de liquidez. Dependiendo de la industria, el tiempo máximo estimado que una empresa puede operar sin liquidez ronda entre uno y tres meses. Se está dando un fuerte rompimiento de los ciclos económicos, especialmente de las empresas en sectores secundarios [6] o de apoyo, incluyendo los sectores de entretenimiento, turismo, servicios, por mencionar algunos.

Lo dramático sobre esta crisis, es que a diferencia de otras en el pasado, esta vez se ha presentado un mayor impacto en la base de la pirámide debido a las medidas de contención sanitaria; un sector de la población que normalmente había sido contra-cíclico, debido a que ahora se le impide acudir a su trabajo. Además, por la naturaleza de los trabajos realizados por la población de la base de la pirámide, estos no pueden ser realizados de forma remota. [7]

Considerando la estimación del tiempo de recuperación de una crisis económica como un factor multiplicador de la duración; es decir, si la crisis llegara a durar 3 meses, la recuperación tardaría 9 meses adicionales a la duración de la crisis. Hasta ahora se estima que la crisis pueda impactar entre un 5% y un 10% los estimados de crecimiento económico de los países. [7]

Asimismo, la duración y severidad de la crisis en cada uno de los países y regiones económicas dependerá del tiempo de implementación de las medidas de contención, de la estructura económica del PIB; es decir de qué sectores económicos dependa este, de la fortaleza del sistema sanitario, de la estructura social, y de qué tan bien se pueda mantener el ciclo económico del país con las fronteras cerradas o prácticamente cerradas.

Esta crisis económica y sanitaria está teniendo una serie de implicaciones sociales; por ejemplo, las tasas de desempleo crecieron en 7%,  solamente el mes pasado. [11]

Sin embargo, por otro lado, ha habido un incremento en el consumo de agua en el hogar de entre un 20% y 50%[12]. Además, se ha observado un desabasto de bienes prioritarios (p. ej. huevo), debido a que las personas han  sustituido otro tipo de proteínas animales por este alimento. También ha incrementado el consumo de otros  bienes (p.ej. papel de baño) por acaparamiento.

Asimismo, ha aumentado un 30% el consumo de medios  digitales, lo que ha llevado a la saturación de redes de telecomunicaciones (caso Netflix y Youtube). [13]

Las personas han pasado a llevar a cabo las actividades  de trabajo bajo la modalidad de home office, y la educación en casa bajo la modalidad de home school-ing, lo cual ha generado impactos en el seguimiento de  los calendarios escolares.

El COVID-19 está impactando las estructuras y dinámicas sociales, generando una elevación de la tasa  de divorcios en un 25%¹⁴ en algunos países y la violencia familiar se ha incrementado en 22%[15], así 
como la violencia de género.[16]

Como un impacto positivo, la pandemia ha afectado los  ecosistemas y la calidad del aire; por ejemplo, se ha observado una disminución de la contaminación ambiental de las grandes ciudades en un 57%. [17]

Ante esta crisis, existe una serie de escenarios que podrían desarrollarse en un futuro. Los escenarios planteados al final son un contrapeso entre la crisis económica y la crisis sanitaria:

El escenario menos favorable es aquel en el que se implementan medidas sanitarias robustas, obligando a la población al confinamiento, pero no se instauran medidas macroeconómicas. En este escenario se logra contener la propagación de la enfermedad y la evolución de la pandemia, pero no se maneja la crisis económica.

Ante los posibles escenarios

¿Qué medidas serán clave implementar?

Gobierno 

La situación exige la implementación de medidas por parte del Gobierno, entre las cuales se pueden resaltar:

• Incrementar la comunicación y colaboración con el sector empresarial para garantizar el abasto y la continuidad en las operaciones empresariales
• Apoyar en la creación de medidas que mitiguen el impacto económico/financiero en los sectores vulnerables
• Garantizar el funcionamiento efectivo y eficiente de las cadenas transfronterizas de suministro, especialmente las de productos médicos y otros bienes esenciales [19]
• Establecer medidas para garantizar el abasto y evitar el acaparamiento de bienes esenciales
• Comunicar los planes y las acciones que se tomarán a corto y mediano plazo para disminuir los picos epidemiológicos
• Construir o adaptar instalaciones alternas para la atención de personas infectadas y comunicar a la población las medidas y procesos de atención
• Llevar a cabo pruebas estadísticas de manera continua para valorar la evolución de la epidemia en México [10]

Empresas 

Será clave que las empresas implementen medidas para ayudar a sus organizaciones, empleados y clientes a navegar la inminente epidemia y crisis económica/financiera que se avecina en México. Entre ellas se encuentran:

• Establecer los protocolos y las medidas de gobierno de la empresa ante la crisis
• Analizar los riesgos, impactos y la vulnerabilidad de su cadena de valor, ante disrupciones que existirán debido a la crisis sanitaria (gente, suministros, liquidez, operaciones, entre otros)
• Definir los procesos críticos y planes de contingencia para estabilizar/continuar la operación
• Crear las medidas de seguridad para sus clientes y consumidores
• Desarrollar escenarios y establecer medidas financieras (coberturas) ante posibles impactos
• Establecer protocolos de interacción del personal que colabora en la empresa
• Reflexionar sobre los retos y oportunidades que se tendrán al finalizar la crisis sanitaria

Muy probablemente, el mundo no volverá a ser el mismo después del COVID-19. La crisis ha cambiado quizás para siempre cómo nos movemos, trabajamos, aprendemos, interactuamos y conectamos con otras personas.

Entorno competitivo

• Recesión económica y austeridad en el gasto público
• Creación de mecanismos financieros no tradicionales
• Mayor integración de cadenas de suministro locales y consumo local
• Incremento de las medidas de seguridad sanitarias
• Mayor conciencia por la salud y en generalpor las medidas sanitarias
• Fortalecimiento de los servicios de salud pública y privada

Patrones de consumo

• Más conciencia sobre la asignación del gasto y disposición al endeudamiento
• Incremento de consumo a través de medios digitales
• Incremento de los trabajos realizados en casa home office y home schooling
• Modificación en los patrones de consumo (menor aprecio por las marcas y los estilos de vida)
• Mayor enfoque a la cultura de innovación (educativo y profesional)

Enfoque Future-back

Ante la incertidumbre, las empresas deben buscar alternativas partiendo del futuro hacia el presente para impulsar decisiones estratégicas hoy.

Las decisiones que tomemos hoy nos definirán en el futuro…

• ¿Sabemos hacia dónde se moverá el mercado?
• ¿Comprendemos el impacto de las proyecciones del sector sobre nuestro negocio?
• ¿Entendemos las dinámicas futuras del sector?
• ¿Las palancas de crecimiento y rentabilidad seguirán siendo las mismas a futuro?
• ¿Nuestras inversiones se mantendrán iguales?
• ¿Nuestro negocio está alineado y preparado para los cambios en el mercado?
• ¿Debemos adecuar nuestra propuesta de valor?
• ¿Nuestro personal está listo para afrontar los cambios en la organización?
• ¿Debemos explorar una nueva oferta de valor?
• ¿El consumidor seguirá siendo el mismo?